jueves, 28 de junio de 2007

CAPÍTULO SEXTO
QUE NARRA OTRO HERMOSO DIÁLOGO RECOPILADO POR FORTUNA DE AQUEL MARAVILLOSO CARNAVAL

Como me hube despertado en oramala, acabado ia el banquetal, aquese mi non carnaval, debajo de una gruesa higuera, salí a recorrer los caminos i las plazas de aquella enorme ciudá. No dando io con gente alguna por las calles, vine en allegarme al mercado principal. Una vez llegado, curioso por la suerte i desenlace de aquel recién pasado festival, comencé a preguntar a las yentes, pero no di con respuesta alguna que satisficiera mis anhelos. Incluso dudé si lo hube o no de sonnar, pero en sintiendo las heces vinagres de mi boca, recordé mui presto que no era hediondo por beber el bálsamo de Fortinbrás, sino por haber caído en las ardides i sensualidad de Penía en aquel mismo carnaval.
Me tenía tomada la desesperanza, cuando en una venta de libros usados, un sennor de los de lanza en astillero, desos profesionales de las armas, venturosos caballeros andantes como mi don Quixote, que era profesión masiva para la mi sorpresa, encontré unas hojas de alcornoque parecidas a las mías aunque mejor escribidas, de un pulso más firme i de una letra major rubricada que la mía. Como me diera la impresión de que algún otro sennor había imitado la labor que io también hiciera, tomando muestra i senna de lo que en el festival hubiera acontecido, cogí los papeles i comencé a leerlos con singular afán. En efecto, narraba con tanta elegancia un diálogo acerca de las sociedades reprimidas i las consecuencias del vigilar i el castigar, que mui de propósito me senté a leerlo. Recogida todas las letras i palabras de tales alcornoques, irónica fue mi sorpesa cuando vi que la firma que se asignaba tal escrito decía "Don Miguel de Cervantes i Saavedra".

Vean, queridos lectores, lo que en estos papeles...registré.

J.G., el cantante: ...mi país vivió casi tres décadas de dictadura militar. Fue, ciertamente, una época horrible. No podíai salir a las calles o los milicos te rajaban, no podíai carretiar ni hacer ni una hueá'... compadezco a los jóvenes de ahora y la raja por ellos, cachái.
El Cura H.: Jovencito, mida sus palabras, pues gracias a esos magnos esfuerzos, el país pudo salir adelante.
J.G.: No mido ni los jales que me pego y voi a medir mis palabras, viejo hueón. Menos voi a medir el tanto vino que he tomado i que voi a seguir tomando.
T.F., el cantante: ¡Bien dicho, hijo! Porque lo cierto es que...de que el vino e' güeno, e güeno.
J.G.: Además, seguimos siendo hijos del sistema capitalista. EE.UU. nos domina, somos un país pisoteado por ellos. ¡Viva la libertad, viejo de mierda!...¡i que muera la censura! ¿O solo hai censura para los viejos de sotana, como vo', intento de nazi, cuando abusan de los niños?..
M.F.: Tienes razón, hijo. También mis pensamientos te apoyan. Como el mundo, pasado el s. XVIII, se tornó en vigilar i castigar, en reprimir i observar, en el modelo de panóptico de la carcel...
UN TRABAJADOR DE HOSPITAL: ¡Cierto, mui cierto! Las habitaciones hospitalarias no son sino cárceles. El trato, las más de las veces, es indigno. Los pacientes son verdaderos reos i ahora que lo pienso más detenidamente, no dista mucho de un inmobiliario de cárcel.
M.F.: Justamente así es. Sea necesario o innecesario, bueno o malo, no viene a mi caso. Mi labor fue observar i entregar lo observado; algo meramente descriptivo.
A.Q.: Concuerdo con usted, señor. Y además, me gustaría agregar lo siguiente. Los nuestros padres i los sus abuelos i así un par de generaciones hacia atrás, crecieron en un sistema de represión, no tanto por la dictadura militar en sí, sino por el modelo o sistema en que fueron educados. Un determinista le podría llamar su entorno. Un existencialista podría decir que no hay mayor salida. Platón diría que simplemente hay hombres superiores a otros -(Y Platón que a la sazón del discurso de este joven se hallaba tan ebrio como extasiado, de tal modo que ya no era parte del saraal)- y mui probablemente criticaría la labor de aquellos regidores. El hecho es que nuestros padres, lo puedan ver o no, crecieron en un sistema de represión en que nunca tuvieron muchas posibilidades de diálogo ni de libertad (o de la expresión desta).
M.de U.: Justamente, según mi juicio que eso de los padres no verse a sí mismos téngolo por muy cierto, cuanto que lo podría decir así: el hombre nunca está en frente de lo que está ni puede ver su presente sin haber pasado, o como es sabido, no verá sus errores sino una vez cometidos i en largo tiempo después. Maquiavelo bien dijo que nadie puede apreciar mejor la cima de una montaña que el que está al pie de esta. Hagamos equivalente ambos razonamientos y tomémolos por cierto.
M.de S.: Como el hombre que no puede procurarse placer a sí mismo con su propia boca por un asunto de anatomía y elasticidad. Por ello precisa de una boca ajena que bañe su miembro de saliva y excitación.
D.: I sería lo mismo decir que un otro devenga i se conforme con él y su deseo perturbado.
M.F.: Helo al pobre sujeto si revelara sus anhelos sexuales, pues en cuanto lo hiciera en cuanto sería castigado, apuntado con el dedo. Le reprocharían cuanto sus lenguas pudieran, solo por costumbre, solo por haber crecido en ese sistema de vigilancia y reproche. Quizás no lo castigarían por falta de posibilidad, pero en existiendo apenas esta, lo harían sin más.
A.Q.: En mi tierra, que por esta realidad hablo pues desconozco otra, es precisamente lo que ocurre. Valoro, al igual que el señor J.G., e incluso defiendo a los niños i adolescentes de la generación en gestación. Valoro que el diálogo sea posible, que no se exijan cosas por exigir, que se les fundamente con razones y no con la fórmula usada y antigua del "porque sí". Que los niños aprendan las cosas a la luz de la información y que crezcan en un sistema de libertad. En el aire puedo sentir que es un período de cambio...y eso me alegra profundamente.
S.F.: Pero el niño del que hablas en algún momento crecerá y volverá a actuar de igual manera.
A.Q.: Eso lo dice usted porque también creció bajo ese sistema.
S.F.: Pero me pude abstraer. Y vieras cuánto mal me trató la gente mientras viví. De eso creo que estás al tanto.
A.Q.: Tanto como dicen las biografías que hablan de usted, pero más allá esme imposible. Sus vivencias nadie las sabe mejor que usted mismo.
S.F.: Es exactamente el mismo principio del sicoanálisis.
ROCINANTE: Aunque nadie sabe mejor las hazañas de mi amo que io, ¿cómo explicaría aquello, señor?
S.F.: La razón de tu amo respondía a otros parámetros. Cuando hablamos generalizando, excluimos la marginalidad. Y tu amo no pertenecía, que digamos, a la normalidad.
C.G.: Tan cierto como que la economía estudia lo regular i constante por sobre lo particular. Por ejemplo, un vendedor de helados, destos de pedestre garbo, lo más normal es que en temporada estival se vaya a las playas a vender sus helados, pues el común de la gente tiene un comportamiento común, cual es tomar helado en tiempo de playa porque hace calor y satisface su necesidad de frescura, calor o sed; y no por unos pocos que tomen helados en invierno, convenirá al tal heladero vender helados en inviernos, pues se verá desmejorado, económicamente hablando.
S.F.: Veo que tú, A.Q., también perteneces al mismo sistema, pues me tratas de usted...
A.Q.: Concuerdo con ello, pero me creo en un estado intermedio, como entre la luz exterior i la oscuridad de la caverna. Al menos estoi conciente de tal realidad, lo que quiere decir que ia estoi un poco más acá.
M.de U.: Aunque es lo mismo estar más acá que más allá.
S.F.: Pero veo que este niño se contradice.
M.de U.: ¿Y qué es la vida, acaso, sino contradicción?
BABIECA: Como mi àm i la súa estoria con el rex Idelfonso, qual tras averlo ofrentado e deterrado, por mal consejo de otros sennores de la súa corte, non gela diesse de pro vida la disscordia por aver catado por los sos ojos su ferror.
G.M.: Pero antes ya se dijo que la vida tiene su curso natural y que el hombre no puede rehuír a este.
A.Q.: He ahí mi temor...
S.F.: Si hay algo constante en el hombre es la lucha entre la agresión y el amor. Por tanto, siempre será lo mismo y, como antes creo haber oído de aquel Rocinante, solo mudan las circunstancias.
A.Q.: Pero el mundo aún así sufre cambios...
M.F.: Como los sufrió luego de la modernidad.
UN NIÑO: Sí, porque cuando uno va a un supermercado hay una cámara y un letrero que dice "sonría, lo estamos filmando". Y yo siempre le hago un "hoyúo".
P.Y.: Y yo un patoyáñez.
OTRO NIÑO: Y en el metro también hay cámaras y en el estadio y en la calle. Pero algunos dicen que es por la delincuencia.
UN GENDARME: No se merecen otro trato esos malnacidos.
M.F.: Todos merecemos un trato digno, señor.
UN GENDARME: ¿Incluso un violador...? ¿Dirías lo mismo si alguien viola a tu hija?
M.F.: ...
T.F.: ¡Sigamos bebiendo vino!
H.: ¡Un violeta i sabroso vino!
J.G.: ¡Salú por esta fiesta y por nuestro descanso eterno!
TODOS: ¡Salú!


CAPÍTULO QUINTO
QUE VERSA SOBRE EL MAGNÍFICO DIÁLOGO QUE SE DIO ENTRE UN GRUPO DE SABIOS OMES

Este registro, querido lector, quiero entregarte para que deleites tu ingenio, pues no hai nada de aquí que no pueda traer algo en provecho a tu memoria. Si así no fuere, que el Diablo lleve al caldero hirviendo mi único braço libre o se lo dé de yantar a los fieros buitres. Sea.
Resulta, pues, que no pude participar del carnaval pero sí me entretuve mirando con ojos extranjeros. Fue ansí que traído fuera deste por mí mismo, di con un diálogo tan entretenido cuan absurdo, que de no nacer i morir en el mismo carnaval, fuera dél no tendría sentido. Esto es lo que alcancé a registrar.

A.: ...en potencia o en acto: he ahí los dos conceptos claves de la posibilidad de perfeción de los hombres. El acto es lo que actualmente es un hombre. La potencia es su máxima capacidad de desarrollo. Toda vez que adquiere una arte nueva posible, la actualiza y queda registrado en su acto. Por lo tanto, el hombre mientras mayor sea su potencial, mayor podrá ser su nivel de perfección.
D.: Pero...¿acaso el hombre no es perfecto mientras más elementos de un otro lo constituyen, mientras muchos devienen en él?
S.F.: Como así su perfección está en la mayor posibilidad genética mientras mayor sea su mezcla con otras razas.
A.H.: Yo caí en el error de considerarlo a la inversa. Creía que las razas eran más perfectas cuanto más puras, pero no estaba al tanto de que la perfección es en cuanto más se sume. He ahí que estoy de acuerdo con el señor A. pero también en acuerdo con los dos señores últimos.
A.: ¡Aquello que dicen señores es contra toda razón natural! Los hombres no son sino hombres, su esencia es ser hombre y no otra cosa. Así el caballo es caballo y el perro, perro.
P.: Mi otrora discípulo tiene razón, señores. En un hombre no puede más que devenir un hombre. Digo devenir para seguir su línea de pensamiento y hacerlos entender por sus propias palabras.
S.: Si me permiten, caballeros... Ocurrió que cierta vez un hombre aburrido de amar como hombre, empezó a observar las formas de apareamiento de los distintos animales y quiso practicarlas con una de sus esposas, la menos mujer. De este modo, digo, luego de observar y observar, comenzó a llevarlas a cabo. Amó a aquella mujer de muchos modos: como mono, como león, como jamelgo, como jumento...i tantos animales más. Pero entonces se dio cuenta de algo: que los animales amaban solo por instinto y que el placer no estaba asociado en ellos más que por accesoriedad. Que su fin primero y último era la reproducción y que aquella diferencia los hacía ser a ellos animales y a nosotros hombres: el saber, la razón.
S.F.: He ahí lo que hemos querido venir diciendo los unos. Que el hombre es más animal que racional y que la razón solo le sirve para retener cosas, que es su parte memoria, y para reprimir otras, que es su parte moral. Todo como parte de su conciente. Pero también hay en el hombre una parte ello, una parte inconciente. Es esta el hogar de los impulsos o pulsiones, de energía vital y sensorial. De aquí viajan a la parte conciente y son encriptadas como categorías actuales. Pero muchas de estas pulsiones son de tipo sexual, las hay de eros y las hay de thanatos, de amor y de muerte, y dentre las mortales están las animalmente sexuales, esas que transforman al hombre en animal en el acto sexual, enajenándolo, o que mejor dicho, enseñan el lado animal del hombre o lo que en ellos deviene del resto...
G.: Del mismo modo no solo en el mundo conciente sino también en un mundo inconciente y fantástico devenimos no solo en animales sino en los más extraños elementos que la realidad o vigilia concibiesen.
S.H.: Los-hom-bres,me-gus-ta-ría-de-cir, es-ta-mos-des-cu-brien-do-
un-nue-vo-ca-mi-no. Es-ta-mos-de-vi-nien-do-en-hom-bres-má-qui-nas.
UN RELATIVISTA: Cierto es que los hombres antiguos no concibieran estas visiones, pues el ethos de aquellos tiempos era diverso al de estos.
UN DETERMINISTA: A lo que habría que agregar, que su entorno cultural los hacía posibles solo en cuanto a lo que entonces existiera.
K.M.: Y también, que las condiciones materiales eran muy diferentes. No primaba tanto la necesidad como con la explotación capitalista que se vivió a inicios de mi siglo. Los hombres de antes eran otra cosa.
ROCINANTE: ¡Cuán lejos frisas con la verdá, amigo! Los hombres han sido siempre lo mismo, y es raro que tú, hablando de condiciones materiales y tan grande pensador no lo entiendas. Los hombres son siempre lo mismo y lo único que los hace diferentes es el cambio de circunstancias materiales. Pero siempre será el mismo mientras no mude su especie: he ahí la razón que considero del señor A., pero también, le doy la razón a todos los que hasta ahora han hablado, pues de las verdades de cada uno de ustedes se ha ido formando una verdad conjunta.
M.B.: ¡Polifonía, señores!
M.de U.: Y diálogo, ¡mucho diálogo!
LOS PERROS DE CERVANTES: ¡Guau!
G.S.: Como en mi religión, que analógicamente las almas indivuales se reúnen en una universal. Que cada una por sí misma no vale en menos ni en más que otra, por muy mínimo de forma que sea el ser, y que en el conjunto cobra su verdadera vitalidad y existencia.
UN RELATIVISTA: Pues que no hay verdades absolutas, sino relativas. Cada hombre tiene su verdad que sumada a otra verdad y a otra, hacen una colectiva.
D.: Como en las ciencias y en la vida y en la verdad de los hombres, que ninguna prima por sobre las otras y que todas pueden ser base o cúspide, según se las mire. Pero en lo principal, todas son iguales, como los rizomas y como en las ciencias. Ninguna está por sobre la otra y no ha aquel esquema de principios y derivaciones. De la construcción de todos con todos se va haciendo el todo cultural del hombre, el hombre mismo y todo lo que en el mundo existe.
M.B.: El mundo es intertextual. Todo se relaciona con todo. Lo de acá mira de reojo a lo de allá. El de allá no evoluciona sin el de acá.
M.de U.: Como el hombre y su ser, que sin otros que le acompañen, simplemente no tendría eso que los griegos llamaron logos, pero aún así existiría.
R.D. : Pero para existir tendría que tener conciencia de su existencia.
M.de U.: No es necesario, creo yo, señor. ¡Sum ergo cogito!
CH.B.: Comparto con este último señor, pues, aunque no sepa hablar sus ganas de cagar le harán saber que sí existe. El hombre existe porque le duele la guata, porque tiene ganas de cagar o porque vomita cuando el alcohol le ha reventado las tripas. Que sepa hablar o pensar, que es lo mismo, no le trae en existir.
M. de U.: Pues precisamente existirá aún no teniendo el logos. ¿Quién dudaría de la existencia de los animales?
G.M.: O de las plantas y en especial de mis queridas arvejas.
M de U.: El hombre existe en cuanto es. ¿No ha de sentirse el hombre más vivo no pensando su existencia, sino cuando más cercana siente la muerte o sus símiles, como el rechazo amoroso o el sentir la traición arder en el estómago?
D.: He ahí, incluso, a las células del estómago deviniendo en algo más que células, pues padecen el dolor del desengaño. O bien podrímos decir, el hombre deviniendo en insignificantes células estomacales y reducido entonces solo a ellas. Y en relación con lo que dice el señor M. de U., cobrando existencia desde el dolor de las células y no de la reflexión.

UN ANARQUISTA MÍSTICO: Debemos eliminar las barreras y las reglas.

Aparte.
E.D.del A.: Ya saliste con tus teorías raras, tío.
Don F., el ANARQUISTA MÍSTICO: Es cierto, es cierto, hija mía.
E.D.del A.: No soy tu hija, tío, sino tu sobrina.
Don F.: ¿Acaso no es padre el que cría i no el que fertiliza?
E.D.del A.: Aún así no eres sino mi tío, y eso no cambiará nunca.
Don F.: Ocurre, que estás equivocada, hija. Y cegada por las reglas absurdas del mundo.
E.D.del A.: El mundo no vive ni vivirá de tus teorías raras. Casi pareces un comunista.
Don F.: ¡Un momento, hija! Comunista sí que no, antes la muerte.

D.Q.: Perdón la entromisión, señores, pero no pude evitar escuchar sus encontradas raçones. Debiéredes, fermosa dama, oír las ensennanças de este vuestro tío o padre, en este caso padre las más veces. Los hombres han vuelto su maldad en flores i los campos como llenas así de estas llenas de aquella. Ya no ha el mundo como en su tiempo aureo. El mundo que se sustentaba a sí mismo, donde las reglas no eran precisas, pues todo era armonía y paz...aquella edad de oro.
B.R.: Aquello acabó con el nacimiento de la propiedad, cuando un hombre cercó un pedazo de tierra y dijo "esto es mío". Entonces, el resto le imitaron. Y acabada ya la edá dorada, de la que vos hablas, bienarmado, nunca más fuere posible la vuelta atrás. De este modo, lo mejor fue buscar una forma de ordenar: he ahí el nacimiento del derecho y de la propiedad. He ahí el nacimiento de la organización social...
I.K.: ¡Exacto! Como el hombre se viera obligado, así hubo de encontrar la mejor forma de obligarse. He ahí mi propuesta de la moral convencida e imperativos categóricos.
E.D.del A.: Eso es justamente lo que trataba de decirte, tío. Que el mundo ya es de una forma y en base a esta tenemos que actuar. De tal modo que, como el mundo es así, no tienen validez tus ideas, por muy bellas que suenen.
D.A.: Como en el infierno, que está plagado de buenas intenciones.
I.K.: Lo inevitable del hombre, su razón a priori, retomando la idea de lo que ya nos viene dado y que es de tal modo y no de otro.
D.Q.: Habláis como todos los hombres desta tierra. Por eso que la habitáis sin habitarla y la vivís sin vivirla.
ROCINANTE: Es inevitable, amo. La vida tiene su curso y a diario la naturaleza nos habla en todas partes y de todas formas para recordárnoslo. Lo que es a priori es inmudable.
G.M.: ¡Muy cierto, Rocinante! La naturaleza nos entrega todas las respuestas.
P.: Tan solo deformaciones de ellas. La verdad no es de este mundo, sino del mundo de las ideas. Ahí es todo absoluto y las cosas se cumplen y son verdaderamente.
P. de E.: El ser es, el no ser no es. Toda nuestra realidad es mezcla de estos dos principios básicos.
D.: Pero en todo deviene el mundo. El mundo y sus formas devienen en el hombre sucedáneamente. Somos hombre y algo más.
M.B.: Y mucho diálogo de todos en nosotros. De todas estas razones, que muy bien ha dicho cada uno, saldrá una verdad que es incompleta siempre porque dialoga infinitamente con lo de acá o de acullá.
J.L.B.: Como un gran libro de arena, compuesto por infinitas voces granitadas. Ni principio ni fin...
D.: Y siempre devenir, devenir constante, devenir animal... nosotros devenidos por el diálogo -el diálogo en nosotros.
J.D.: Por lo mismo, señores, encontremos las respuesta mediante la deconstrucción. Aislemos los prejuicios, eliminemos los absurdos de pretensión de original y construyamos a partir de la deconstrucción.
A.Q.: ¡Claro! Como querer llegar al silencio, pero la única forma de llegar es a través de la misma palabra.
CH.B.: O como llegar a la muerte viviendo, viviendo.
M.de.U.: O como Cristo que llegó a los hombres a través de los mismos hombres. El Dios hecho hombre; la idea hecha carne.
A.Q.: Un idome, podríamos llamar. Que no es lo mismo que un omedeia, que es el ome hecho idea, como Gandhi, Teresa de Calcuta o el mismo Sócrates que está sentado unos puestos más allá.
J.D.: Aunque...


Pero fue tal mi mala fortuna i tanto el púrpura en mis sangres, que no pude continuar escribiendo i solo hasta ahí pude registrar tal conversación. Espero que conforme haias quedado, querido leetor. I disculpad mi falta de consideración, pero tal Poros me sentí engannado por la sensualidad rojiza del vino i de las musas que me cantaban, alegraban i distraían. Penía cobró su enganno en mí. Como su raçon sea siempre arruinar banquetes, esta vez fui la víctima della i no más supe del mundo hasta despertar al otro día, aún embriagado, arrimado a una higuera gruesa que de un higazo en mis narices me despertó sinespabilo.
CAPÍTULO QUARTO
EN DO SE PROSIGUE EL ANTERIOR RELATO

De este modo, un gran número de sennores i buenosome asomaron a mi banquetal. I no solo omes llegaron a la cita; toda una clase de animales domésticos, fieras salvajes i animales fabulosos o desos que llaman maravillosos (para que no se confunda a los primeros con los de las fábulas, que de fabulosos no tienen más que de corriente). I lo que fue de mi maior sorpresa, no solo grandes omes escritores, pensadores o grandes maestros, sino que también cientos de personajes que no sé si venir en llamar ficticios o literarios o reales: aunque no se me crea incluso el mismo rocinante con su amigo babieca estaban.
De cuanto en tanto llegaban, iban tomando los lugares que les creían correspondientes. Porque, si aún no lo has notado, amable lector, este mi carnaval, como dicen las lenguas vulugares, se me escapó de las manos. Todo se a
moldaba mejor con el desorden que con el orden, con sus raçones que con las mías. Entonces recordé una antigua frase que hasta entonces no le había cobrado atención. Habrás escuchado decir a los filósofos de antes que todo tiende al caos. I así fue que fue en aqueste mi non carnaval.
Murmuraban tanto como ejércitos de hormigas envilecidas, tronaban como manada de elefantes persas de asedio, rugían como cien leones enfadados i chillaban más que docenas de ratones callejeros.
Reinaba, entonces, el caos i el mundo repentinamente comenzaba a mudar su forma regular. El tiempo jugaba a correr de espaldas, una música diabólica como enérgica empezaba a llenar el ambiente de festividá, los banquesales eran servidos por centenares de reyes que cargaban extasiados vasijas i tinajas con vino i plenaban las copas de madera de cada uno de los cenatores, la luna salía, dibujando el adiós del sol que amanecía, la fuente de la plaza secaba sus entrannas i revitalizaba sus dentros con agua fresca i pura, i de lejos i de cerca venían las yentes disfrazadas, alocadas i enteradas de aqueste que no era más mi carnaval.
Confundido por la situación, pues nadie me ofrecía certezas de qué ocurría ni el asunto de tal ceremonia lograba entender, que iam dudaba si en efecto se trataba de mi carnaval o de otro de mejor rutina. Mui curioso me atreví a preguntar a un sujeto pequenno que
estaba despaldas a mí i así fue que respondió: -Simplemente, mi querido sennor, estamos en medio de un hermoso carnaval. No pierda raçones en descrifrar algo indescrifrable i disfrute que solo hoi es de posibilidá. Major fue mi sorpresa cuando descubrí que por su son de voz no era más que un mozalbet de campo, cuia edá seguramente no sobraba los diez u onçe annos.
Pues bien, deste modo fue que, no teniendo major afirmación que lograr i major explicación que tener, me sume a la vivura de tan grandioso carnaval. Antes de entrar, unas extrannas palabras me agolparon el juicio: "Que no has de cuestionar lo incuestionable ni entender cosas por habidas en donde no las puede haber. Imposible es que un solo ome haga un carnaval, pues ni aún viviendo desierto en una isla podría llevar a cabo tal propósito. El carnaval es, pues, de todos". I me sorprendí aún más cuando entendí que mi mente era la que me hablaba sin hablar io por ella... de tal guisa que en no catando agotra alternativa, me sumé a la gran fiesta que en medio de los mis ojos nacía i de forma de paula comencé a participar. Alguien anónimo me entregó una máscara i me sumó a su grupal. Como io viera que los discursos i palabras aladas que de ellos salieran eran dignas de un registro a lo póstumo, saqué mi libreta de medios alcornoques i me di en la félice tarea de inmortalizar cada momento que en aquel carnaval non mío se vivió.

miércoles, 27 de junio de 2007

CAPÍTULO TERCERO
EN EL QUE SE CUENTA CÓMO DIO INICIO EL BANQUETAL Y DE LA SORPRESA QUE SE LLEVÓ DON MIGUEL DE CERVANTES

Siete días después de mi bajada a los infiernos, la ora de mi carnaval o banquetal o quéséio había llegado. Debo reconocer, querido lector, que en un principio la desesperanza i el desánimo me tenían presa della; aún así, los preparativos para esta magna ceremonia estaban.
No eran las doce menos quarto cuando el primo de los banquesales dio con su llegada, descansando bajo una sonriente careta o máscara de papel resecado.
-¡Enorabuena!, sennor Cervantes.
-¡Norabuena!, contesté. Y agregué: -Si degrado has de venir al aqueste mi banquetal que para el mundo he organizado, ten mis más alegres palabras de bienvenidad. Eres el primero.
-Estoile mui gradecido, sennor.
-Si gustaredes, podéis fazeros con la plaza que más os acomode.
-Ansí faré. Grátulas en nueva vex.

Tan curioso como emocionado, al clavo exato del mediodía, vi venir a eso de la linea horizontal pequennos grupos de ombres. Supe entonces que aqueste mi carnaval tendría buen resurtado. Con la raçón frisaba i aún acertaba aquel pájaro de buenagüero.
Una vez llegados aquellos, éstos, los de allá, los de acá, los agunos, los agotros, tales i çutales, todos enmascarados, facto que non mui declaro entendía obta que me agradaba, comenzaron a llegar más i más, de tal raçón que no estimando en contarlos, aunque sobrepasaban los quincocientos a cata de reojo, me animé a seguir guardando lugar hasta que la una sobrara al mediodía. Ansí fize, tal como os digo, caro leetor, i fue tal la magnitú de los avenidos que ni aún recordando el número de citados los estimaría en tantos como hasta allí llegaron. Tal era la reunión. ¡Pero cuán sorprendido et más leticio estaba!

martes, 26 de junio de 2007


CAPÍTULO SEGUNDO
EN DO SE CUENTA EL MODO DE CÓMO SE DIO CITA A LOS ENVITADOS

Fue así que me di a la labor de reunir cuánto hombre proponíame rescatar de los avernos i traerlos al más acá, a mi nombrado banquetal.
Tenía io por propósito invitar a los siguientes omes, uno por uno en palabra viva:
Sócrates, Unamuno, Freud, Flaubert, Spinoza, Descartes, Homero, Séneca i a muchos más que hallara en los infiernos; pero ocurrióseme ir en oramala: en vísperas de San Juan. De tal modo que en viendo perturbado mi propósito, se me vino a la mente dejar invitaciones fuertemientre selladas para cada uno. Y así fue que hize.

Veamos qué guisa ha de resultar.

viernes, 27 de abril de 2007

CAPÍTULO PRIMERO
QUE TRATA DEL NUNCIO DE UN NOVEDOSO BANQUETAL

Ha que modero so forma de regulante, hela cá misiva mea de presentació:

Los omes me tienen por un tal don Miguel, de plaza motejada de Cervantes i Saavedra. E de grad plúgeme fazeros buena invitación a todo aquel que por estos campos ambulare en busca de precioso diálogo.

Cita hase acordado por aqueste que os relata, que plaz a cualquier dome, de reunir en antiguo banquetal, no a mucho andar de tiempo, a algunos de los tantos sennores grandes de pluma i de ingenio que hubo librado la común estoria i que para aqueste convento habré de resucitar: a modo de dispersas, los oídos gentiles han oído del cual mesmo Sócrates, del magno Unamuno i de ciertos más que en tal banquete habrán de estar. Ora por olvido ora por cuitado ora por ignorancia, destos últimos del más, las suias bocas omiten los mencionar. Pero, no se aflijan ni se inquieten en saber quiénes en efecto estarán, pues pronta noticia tendrán todos de quienes habrán de posar, pues io mismo los habré de enlistar i llevaros a su esperante conocimiento.